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Wilhelm Roentgen |
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Madame Curie |
Aún así, Geyser y su hijo Frank creyeron haber dado con un protocolo de tratamiento seguro, que destruía los folículos pilosos sin causar dermatitis ni otras lesiones permanentes. De modo que Albert patentó su invento y en 1924 formó una empresa para su explotación comercial, la Tricho Sales Corporation, que se dedicó a la venta y alquiler de las máquinas de rayos X que incorporaban el tubo de Cornell. Después de un entrenamiento de dos semanas, los “especialistas” de la franquicia de los Geyser ya estaban listos para manejar la nueva máquina. No habiendo ningún control, ni ley alguna al respecto, pronto hubo tubos Cornell en más de 75 ciudades del país, irradiando a millones de mujeres.
Desgraciadamente, con el tiempo se haría evidente que las pacientes perdían algo más que el vello. La radiación provocaba mutaciones genéticas del ADN a nivel celular y las afectadas podían sufrir de radiodermatitis, quemaduras, úlceras y, a largo plazo, cáncer. El proceso comenzaba con una pigmentación o despigmentación de la piel. Luego aparecían puntos blancos, que podían convertirse en úlceras, tumores o carcinomas complejos. Nunca se conocerá el número exacto de víctimas del tratamiento, ya sea por lesiones, cáncer o muertes prematuras de origen no diagnosticado.
El edificio se derrumbó cuando los efectos a medio y largo plazo de las enormes dosis de rayos X comenzaron a aparecer. Jamás sabremos cuánto se tardó en relacionar los daños con su origen real. El caso es que las clientes afectadas comenzaron a interponer reclamaciones legales por todo el país. En 1926, Ida E. Thomas demandó a Frank Geyser ante el Tribunal Supremo, reclamando 739 dólares -el coste del tratamiento- más otros 100.000 dólares de indemnización por daños y perjuicios. En 1929, la Asociación Médica Americana por fin se dio por enterada del problema y condenó el tratamiento de Geyser porque producía “queratosis precancerosa y otros efectos indeseables“, aunque hubo salones de belleza clandestinos que lo siguieron ofreciendo. Finalmente, un grupo de mujeres neoyorquinas interpusieron una demanda colectiva contra la compañía. La Tricho Sales Corporation se derrumbó en 1930, para desaparecer en 1932. Los Geyser se evaporaron y sus pacientes tuvieron que hacer frente a la catástrofe ellos mismos. Wilhelm Roentgen, el idealista, debía de estar removiéndose en su tumba.
En 1970, un estudio determinó que más de una tercera parte de los cánceres por causa de radiación en mujeres desde 1924 tenían su origen en el tratamiento depilatorio por rayos X, en lo que fue llamado “Síndrome Hiroshima norteamericano femenino“.
En los años 40 la FDA -por fin- prohibió el tratamiento. Pero ya era demasiado tarde. Afortunadamente, las iniciativas civiles ya lo habían hecho impopular, salvando incontables vidas y daños invalidantes, al suplir la inutilidad de la administración pública.
¿Cuánto tendremos que esperar para que se reconozcan otro tipo de errores médicos por imprudencia, irresponsabilidad o genocidio criminal? ¿Cuántas víctimas necesita el Sistema para reaccionar?
Por poner uno de tantos ejemplos… ¿Se reconocerá dentro de unos años que el timerosal es tóxico o que la vacuna del vph es inútil y causa graves efectos secundarios?
Para entonces, más vale que la población se haya dado cuenta por sí misma del problema y haya actuado en consecuencia. Por el bien de todos.
http://en.wikipedia.org/wiki/Wilhelm_R%C3%B6ntgen
http://es.wikipedia.org/wiki/Marie_Curie
http://en.wikipedia.org/wiki/Albert_C._Geyser
http://en.wikipedia.org/wiki/Dark_Matters:_Twisted_But_True
http://en.wikipedia.org/wiki/Hair_removal
http://www.cosmeticsandskin.com/cdc/xray.php
http://www.hairfacts.com/methods/x-ray-hair-removal/
http://leftbrainrightbrain.co.uk/2007/09/29/history-teaches-quackery-hard-to-kill-people-not-so-much/
http://radicalarchives.org/2012/12/16/murray-bookchin-using-x-rays/
http://www.jpma.org.pk/full_article_text.php?article_id=4693
Macabro pero cierto. El precio de la belleza:
http://www.dailymotion.com/video/x1y0tgc_macabro-pero-cierto-el-precio-de-la-belleza_webcam